La importancia de ser padres imperfectos: Lecciones de una teoría del desarrollo humano

La importancia de ser padres imperfectos: Lecciones de una teoría del desarrollo humano

  • Mario Gonzalez
  • -
  • Feb, 01 , 25

La importancia de ser padres imperfectos: Lecciones de una teoría del desarrollo humano

Ser papá o mamá no es fácil, ¿verdad? Mientras escribo este artículo recordé una rabieta de mi hijo en el supermercado y las miradas de otras personas, juzgando como yo manejaba la situación intentando controlar la conducta de un niño de 4 años y la canasta de compras.  Y es que a veces parece que el mundo espera que hagamos todo perfecto. Tenemos que responder de inmediato a cada llanto, planear actividades educativas, y nunca perder la paciencia. Pero aquí va un alivio: no tienes que ser perfecto para criar hijos felices. La teoría del psicoanalista Donald Winnicott sobre los "padres suficientemente buenos" nos dice que los errores son parte del proceso, y que esos pequeños tropiezos incluso ayudan al desarrollo saludable de los niños.

¿Qué significa ser "suficientemente bueno"?

En pocas palabras, ser "suficientemente bueno" significa estar ahí para tus hijos de manera consistente, pero sin buscar ser perfecto. Por ejemplo, si un bebé llora porque tiene hambre, los padres "suficientemente buenos" lo atienden con cariño y lo alimentan. Pero también hay momentos en los que el bebé llora porque está frustrado, y al no responder inmediatamente, le permites aprender a manejar esas pequeñas frustraciones. Este equilibrio entre satisfacer necesidades y dar espacio para que enfrenten retos es clave para que crezcan emocionalmente resilientes.

¡Errores que enseñan!

Imagina que estás tratando de ayudar a tu hijo de 4 años a ponerse los zapatos. Si está tardando demasiado, podrías sentir la tentación de hacerlo por él para ahorrar tiempo. Pero al darle la oportunidad de intentarlo, aunque termine poniéndose los zapatos al revés, le enseñas que puede resolver problemas por sí mismo.

Lo mismo pasa si alguna vez pierdes la paciencia. Digamos que tu hijo derrama el jugo justo después de que le pediste que tuviera cuidado, y aunque te prometiste que nunca le ibas a gritar a tus hijos, terminas levantando la voz. No te castigues por eso. Puedes volver y decirle: "Perdóname, me enojé, pero sé que no lo hiciste a propósito. Vamos a limpiarlo juntos." Estos momentos también les enseñan que todos cometemos errores y que las relaciones se pueden reparar.

Consejos para ser "suficientemente bueno"

1. Responde con amor, pero permite frustraciones pequeñas: Cuando un bebé empieza a llorar porque no puede alcanzar un juguete, no corras a dárselo de inmediato. Permítele unos segundos para intentar resolverlo antes de intervenir. Esto refuerza su confianza en sí mismo.

2. Dale espacio para explorar: Si tu hijo está construyendo una torre de bloques y se le cae, resiste la tentación de intervenir. Observa cómo reacciona. Quizá te sorprenda su capacidad para intentarlo de nuevo sin ayuda.

3. Acepta tus emociones y las de tus hijos: Hablar de emociones con tus hijos es poderoso. Por ejemplo, si estás cansado después de un día largo, podrías decir: "Hoy estoy un poco agotado, pero me alegra mucho estar contigo." Esto les enseña que es normal sentir de todo: alegría, enojo, cansancio.

4. Valora el tiempo de juego libre: No es necesario tener juguetes costosos ni actividades planeadas al milímetro. Deja que tus hijos inventen sus propios juegos, como construir una casa con cojines o hacer dibujos. Estos momentos nutren su creatividad.

5. Cuida de ti mismo: Ser un padre suficientemente bueno también significa darte permiso para descansar. Tal vez eso sea tomarte 10 minutos para tomar un café caliente, o pedir ayuda a tu pareja o familiares cuando lo necesites. Un papá o mamá que se cuida puede cuidar mejor.

Recuerda: lo "suficiente" es suficiente

La crianza no es una competencia ni un examen. Tus hijos no necesitan que seas un superhéroe, solo necesitan a alguien que esté presente, los ame y los guíe mientras también les da espacio para crecer. Y lo mejor de todo: tus pequeños también aprenderán que, así como ellos, tú también estás aprendiendo cada día. ¡Y eso es más que suficiente!

 

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