Papá estoy triste: depresión en niños y adolescentes

Papá estoy triste: depresión en niños y adolescentes

  • Mario Gonzalez
  • -
  • Mar, 15 , 25

“Papá estoy triste”

Depresión en niños y adolescentes: Lo que todo padre debe saber

 Recientemente recibí una llamada de un amigo. Se escuchaba muy angustiado. Me dice, “Mario, no sé qué hacer, estoy asustado. Mi hijo me acaba de decir, Papá estoy triste, temo que esté deprimido.” Pueden imaginar lo que sentía mi amigo en ese momento.  

Como psiquiatra es algo que he escuchado en múltiples ocasiones. La tristeza, por sí sola, no es necesariamente un problema. Puede ser una reacción normal ante alguna situación de la vida. Lo que tenemos que descartar es que su hijo tenga una depresión. Comparto con ustedes algunas de las cosas que discutí con mi amigo.

Es importante recalcar que cuando hablamos de depresión tenemos que tomar en cuenta que son varios síntomas, no tan solo sentirse triste. Los síntomas de la depresión pueden variar, pero algunos de los más comunes en niños y adolescentes incluyen:

  1. Sentirse triste, irritable o llorar con frecuencia.
  2. Perder interés en actividades que antes disfrutaban.
  3. Aislarse de amigos y familiares.
  4. Cambios en el apetito y el peso.
  5. Dificultad para dormir o dormir demasiado.
  6. Falta de energía o cansancio frecuente.
  7. Sentimientos de inutilidad o culpa excesiva.
  8. Problemas de concentración y bajo rendimiento escolar.
  9. Pensamientos de muerte o suicidio.

En los niños, la depresión a veces se manifiesta con síntomas físicos como dolores de cabeza o estómago recurrentes. En los adolescentes, pueden presentar irritabilidad, también puede haber un mayor riesgo de uso de sustancias como alcohol o drogas en un intento por sentirse mejor.

¿Qué causa la depresión en niños y adolescentes?

No siempre hay una causa clara. Algunas veces aparece sin razón aparente, mientras que, en otras situaciones, se asocia con factores como:

  1. Estrés significativo en la escuela o en casa.
  2. Pérdida de un ser querido.
  3. Bullying o acoso escolar.
  4. Uso excesivo de redes sociales.
  5. Historia familiar de depresión.
  6. Trastornos de ansiedad, problemas de atención o dificultades de aprendizaje.

¿Cómo puedo saber si mi hijo está deprimido?

Si sospechas que tu hijo puede estar deprimido, la mejor estrategia es preguntarle directamente cómo se siente. Algunos niños pueden expresar que están tristes o infelices, mientras que otros pueden hacer comentarios preocupantes como “quiero desaparecer” o “no quiero estar aquí”. Estas frases deben tomarse muy en serio, ya que los niños y adolescentes deprimidos tienen un mayor riesgo de autolesionarse.

También es útil acudir con su pediatra, quien puede realizar una evaluación o recomendar un cuestionario de detección de depresión.

¿Qué hacer si mi hijo tiene depresión?

Si crees que tu hijo está deprimido, buscar ayuda profesional es fundamental. Un pediatra, consejero escolar o especialista en salud mental puede hacer una evaluación completa y recomendar el tratamiento adecuado.

Las buenas noticias son que la depresión es tratable. Algunas opciones incluyen:

  1. Terapia psicológica: La terapia cognitivo-conductual, terapia de aceptación y compromiso y la terapia interpersonal han demostrado ser efectivas en niños y adolescentes.
  2. Apoyo familiar: Involucrarse en el proceso terapéutico y mantener una comunicación abierta es clave.
  3. Colaboración con la escuela: Hablar con maestros o consejeros escolares puede ser útil para hacer ajustes en el entorno escolar.
  4. Medicamentos: En algunos casos, los antidepresivos pueden ser necesarios, pero siempre deben ser prescritos y monitoreados por un profesional.

Ver a un hijo/a deprimido puede ser aterrador, pero lo más importante es no minimizar sus sentimientos y ofrecer apoyo incondicional. La depresión no es un reflejo de mala crianza ni una fase pasajera, sino un problema de salud que requiere atención. Si notas señales preocupantes en tu hijo, busca ayuda lo antes posible.

Tu hijo/a no está solo, y tú tampoco. Hay recursos y profesionales dispuestos a ayudar. Como papá psiquiatra, mi consejo es claro: confía en tu intuición y no dudes en actuar si algo no se siente bien.

 

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